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PANEM ET CIRCENSIS (2) (telebasura y consejos audiovisuales)

(Continuación del anterior)

[Releyendo la anterior entrada, me he asustado de algo que escribí: “Los turistas no tienen otros destinos que la deprimida España y los empresarios turísticos –y su ministro Sebastián- felices de que se siga masacrando al moro”. Espero que se entienda la poco oportuna licencia. Lo que quise decir es que están “felices” de que la inestabilidad en los países competidores en el turismo beneficie al turismo nacional; y no, obviamente, que lo estén por que mueran ciudadanos. En fin, pido disculpas de todas maneras.]

……………………..

Hay un Circo que está por encima de todos los demás. Este es permanente, no un acontecimiento singular como los hasta aquí tratados. Me refiero a la televisión y más concretamente a su versión de “telebasura”. A esos programas que excitan los bajos instintos de los teleespectadores y en los que quienes participan venden su dignidad por cuatro perras.

Hasta hace relativamente poco, este tipo de televisión se concentraba en pocos canales y horarios concretos. Hoy, como los tumores malignos, crece contaminando tejido sano: pocas cadenas y horarios se libran de este cáncer. No hay mejor prueba de su naturaleza tumoral que el hecho inaudito que se produjo hace poco: el canal informativo nacional de una de las cadenas de mayor reputación mundial, CNN, conducido en su versión española por uno de los periodistas más respetados, Iñaki Gabilondo, se reconvirtió en cuestión de días en 24 horas de telebasura (tipo gran hermano). El detonante: la entrada del Grupo Liberty en PRISA. El motivo: el bajísimo interés de la audiencia –y por ende la escasa publicidad– por todo lo que no sea lobotomía audiovisual. La prueba de que la decisión fue empresarialmente correcta: en pocos días, el nuevo programa GH 24, superó la audiencia de CNN 24. Asombroso.

Los programas de esta llamada “telebasura” narcotizan a la audiencia además y al margen de los acontecimientos extraordinarios a los que antes me referí. Programas como “Operación Triunfo”, “Princesa del Pueblo”, “La Noria”, “Gran Hermano”, “Sálvame”, “El Diario de Patricia”, “Supervivientes” y tantos otros, dominan ese extraño mundillo que denominan “share” y que, entre otras cosas, sirve –supongo– para marcar los precios de la publicidad.

Pero no son sólo estos los programas basura. El tumor se ha extendido a otro tipo de programas: las llamadas tertulias políticas. Lo que en tiempos fueron debates políticos o culturales de altura, como la añorada “La Clave” de José Luis Balbín, han trastocado en disputas barriobajeras en las que las mismas caras de siempre se alquilan, en un ejercicio de prostitución pseudo intelectual, a diferentes cadenas para gritar, mas que decir, las mismas sandeces. Antes de que cualquiera de ellos abra la boca, sabemos lo que va a escupir. Se da el triste caso de respetables políticos que en tiempos fueron o fingieron ser dignos, que hoy se alían con los profesionales del insulto por las cuatro o veinte perras que puedan recibir del productor del programa.

En lo que a mí respecta diré que, de la misma manera que siempre me he negado a ver, ni siquiera por curiosidad morbosa, los primeros, tengo el deber de reconocer que con más frecuencia de la que debiera, caigo en los últimos.

¿Qué es la telebasura? Quizá convenga tratar de definirla, o al menos identificarla, como primer paso para aplicarle la quimioterapia que pudiera acabar con ella. Pero, a más de ser difícil porque es un concepto relativo, supone un puro ejercicio teórico, ya que ni políticos, ni medios, ni clientes de publicidad, ni mucho menos espectadores, tendrían el menor interés –por mucho que digan lo contrario– en extirpar el tumor.

Existen unos organismos, que se dicen independientes pero que lo son tanto como las propias televisiones autonómicas o los gobiernos regionales que las mangonean, que han tratado de definirla. Me refiero a los Consejos Audiovisuales. España es el único país de la Europa de los 15 que no lo tiene aún como órgano estatal, aunque por poco tiempo, ya que la Ley Audiovisual del pasado año ha creado el Consejo Estatal de Medios Audiovisuales (CEMA), pendiente aún de conformación.

A falta de consejo nacional, hay desde hace años tres consejos autonómicos “trabajando” (el entrecomillado es a propósito, porque tienen realmente muy poco trabajo y el que deberían hacer no lo hacen). Se trata del catalán (CAC) el Navarro (CoAN) y el andaluz (CAA). No me sorprende nada que, como de lo que se trata es de dar trabajo a los amigos, a pesar de que sólo hay tres consejos ya funciona (“funciona”, digo; no “trabaja”) desde hace tiempo una “Plataforma Española de Consejos Audiovisuales”. Su misión es, cómo no, “crear y definir cauces que permitan un intercambio fluido de información y experiencias entre sus miembros” (“bullshitting” que dicen los ingleses, vamos). ´

Todos estos consejos se dicen independientes y todos ellos tienen mecanismos similares de elección de sus miembros: por mayorías cualificadas de los parlamentos. Sus objetivos: “velar por el respeto de los derechos y libertades”, “promover y garantizar el pluralismo político, religioso, social y cultural” y por “la neutralidad y honestidad informativas”, “garantizar y promover el respeto a los valores y principios constitucionales… de la juventud y la infancia”, “velar por la libertad de expresión, información veraz, respeto a la dignidad humana y al principio de igualdad”.

Todos son valores a proteger, sin duda ninguna. Aunque lo curioso es que llevan bastantes años funcionando y son escasísimas las actuaciones conocidas de estos consejos. Y, mientras tanto, el tumor crece, crece, crece,…atentando contra muchos de los principios que los consejos dicen proteger. Porque, curiosamente, los propios consejos (el CAC), definen la telebasura como el conjunto de programas en los que confluyen «la vulneración de derechos fundamentales, la falta de consideración hacia los valores democráticos o cívicos, como por ejemplo, el desprecio de la dignidad que toda persona merece, el poco o ningún respeto a la vida privada o a la intimidad de las personas o la utilización de un lenguaje chillón, grosero e impúdico».

Precisa y justamente, definen la telebasura como aquella que vulnera los mismos valores que el consejo dice proteger. ¿Quién lo entiende? ¿Para qué sirven entonces los consejos?

Sigamos.

El Consejo Audiovisual Andaluz, sin duda controlado por el PSOE reclamó el año pasado “a la Secretaria de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información (SETSI) que actúe de forma urgente para erradicar la emisión de telebasura en horario de protección infantil -de 6.00 a 22.00 horas- por parte de los operadores de televisión de ámbito nacional».

Por su parte Rajoy, hace pocos días, anunció ante el denominado “Foro Español de la Familia” que combatirá la telebasura con todas sus armas. “No estoy dispuesto a que se emita “telebasura” en horario familiar”,

Y para cerrar el círculo, Ramón Jaúregui, también sin duda controlado por el PSOE, al presentar hace escasas semanas el CEMA, explico que “ese Consejo podría intervenir sobre los comportamientos audiovisuales que violenten radicalmente los principios en los que se configura nuestra convivencia». ¿Y cuáles son esos comportamientos? Señaló el citado ministro algunos de esos contenidos a erradicar:

– «La agresividad, la descalificación y el enfrentamiento como parte del espectáculo, como condición de la audiencia».
– «La vejación en directo de la dignidad y el respeto al que todos tenemos derecho».
– La «entronización de falsos valores que atentan a los principios democráticos».
– La presentación de «determinados personajes de escaso mérito como modelos sociales».

¿A qué se refería, si no a la telebasura?

Pues, si todos, derechas e izquierdas están de acuerdo, ¿qué carajo hacen? ¿Por qué dicen y no hacen? La respuesta es bastante obvia: no les interesa. Porque temen a los medios y porque les viene bien mantener entretenido al personal.

En mi escasamente formada opinión en estos asuntos, la única manera de acabar con este circo que narcotiza las mentes adultas, deforma las juveniles y lobotomiza directamente las infantiles, radica en apelar al código penal. Aplicado, eso sí, con crudeza; sin concesiones a la galería. Y no solo en relación con los delitos de difamación o injurias de los que unos buitres puedan acusar a otros buitres. Que sea suficiente para aplicarlo la simple denuncia de cualquier padre de familia que considere que pueda haber agresión a la dignidad de sus hijos en un horario infantil.

Si no es posible acabar con la TB, desterrémosla al menos a la oscuridad de la noche. Eso es lo que dicen que quieren los partidos; que lo hagan. Y entonces, que la TB se pelee a muerte con las “tertulias”; como los gladiadores y las fieras del circo romano. Con esto, además, se respetará la libertad de expresión, excusa que muchos ponen para no hacer nada.

Panem et Circensis. Tengo muy claro que a este gobierno, como a todos, le interesa mantener el pan y el circo. Y la telebasura es el circo mundial, el más grande, el que llega a todos; gratis y sin moverse de casa.
………………….

Los principios propagandísticos del ministro de de la Alemania nazi, Goebbels, son atemporales; como lo es la expresión que da título a esta entrada. Y no hace falta analizar con demasiada profundidad los discursos de nuestros gobernantes, sea en el Parlamento Nacional, sea ante su propio público en mítines pagados con nuestro dinero, para reconocer en ellos estos principios. No son muy diferentes, en su forma, de los “debates” que acontecen en las tertulias basura ni, en su fondo, de las trifulcas entre la tal Belén Esteban y sus “contertulios”.

Consecuencia de todo esto es el desinterés ciudadano –por mucha preocupación que muestre en las encuestas– hacia los problemas reales que no sean los suyos propios. Y lo es también la decreciente inquietud intelectual de una parte importante de la población, muy especialmente la de los jóvenes.

Esta pasividad y esta carencia de inquietudes es lo que impide, como decía en la primera parte de esta entrada, la indignación ciudadana, la protesta, la rebelión civil. Porque todas estas cosas, la indignación, la protesta, la rebelión, requieren acción y esta precisa de la energía que no tenemos. Y, sin embargo, el malestar persiste y hay que darle salida ¿Cómo?

La única manera de dar salida a este malestar, sin necesidad de actuar, de moverse, de aplicar esa energía que no tenemos, es el voto. Pero ¿voto por quién? o ¿voto contra quién? Si todos los partidos son iguales, aunque no todos los políticos lo sean, ¿voy a votar PP para castigar la corrupción del PSOE en Andalucía? ¿voy a votar PSOE para castigar la corrupción del PP en Valencia? Si no voto a ninguno, ¿a quién voto? ¿a partidos regionales, esos que se crean con el único objeto de vender sus votos y de robar? ¿o me quedo en casa?

Estas son las preguntas que se han hecho en otros países. Y los resultados los hemos visto en Austria y los estamos viendo en Francia, en Hungría, en Inglaterra, en Dinamarca y más recientemente, en Finlandia. En muchos países europeos la extrema derecha era hace poco testimonial. Hoy, el avance de los partidos extremistas y excluyentes está invadiendo los parlamentos nacionales.

Muchas historias colectivas trágicas han empezado así, poco a poco.

Este es el riesgo del pan y del circo.
…………………..

Y ya que he hablado de Goebbels y de la extrema derecha, y aunque solo venga al caso tangencialmente, me viene al recuerdo una impresionante escena de la película Cabaret (Bob Fosse, 1972), con Michael York y Liza Minelli, hija de mi admirada Judy Garland. El film relata una historia de amor en el escenario de la Alemania nazi de primeros de los años treinta. En esta escena aparece un joven de físico muy atractivo cantando, ante un grupo de espectadores ocasionales en una terraza de café, una preciosa canción cuya letra habla de naturaleza, de ciervos en el bosque, de bebés en su cuna, de optimismo, del mañana… Pero, poco a poco, esos elementos bucólicos y vitalistas se van transformando en mensajes de patria, de odio, de exclusión, de dominación. El cantor y el público se transforman; de pacíficos ciudadanos se convierten, en minutos, en horda amenazante.

Todos menos un viejo que, con tristeza, mesa sus cabellos; él ha vivido lo suficiente como para saber de que va todo esto.

Porque “todo esto” es la manipulación de los sentimientos y de las cosas sencillas y cotidianas; su transformación en potenciales armas de destrucción masiva. En otras palabras, “todo esto” es la telebasura, sean programas indignos o sucias tertulias. Y nosotros, como el público pacífico que escucha la canción o que sentado en su sillón no despega los ojos de la pantalla, somos tan culpables como ellos: como los Goebbels de cada país, de cada partido, de cada grupo de interés, de cada época.

La escena es, de verdad, para no perdérsela. Para vosotros, para que todos aprendamos, TOMORROW BELONGS TO ME, el mañana me pertenece, del film CABARET.

The sun on the meadow is summery warm
The stag in the forest runs free
But gathered together we’ll meet the storm
Tomorrow Belongs To Me
The branch of the Linden is leafy and green
The rage has deserted the sea
The world holds a promise that shines unseen
Tomorrow Belongs To Me

The babe in his cradle is soundly asleep
The blossom embraces the bee
And love like a valley lies wide and deep
Tomorrow Belongs To Me

Oh father Oh father Oh show us a sign
Your children have waited to see
The morning will come when the world is mine
Tomorrow Belongs To Me

Father Oh father Oh show us a sign
Your children have waited to see
The morning will come when the world is mine
Tomorrow belongs, tomorrow belongs
Tomorrow belongs to thee

Tomorrow belongs, tomorrow belongs
Tomorrow belongs to thee

Tomorrow belongs, Tomorrow belongs, Tomorrow belongs to thee

The morning will come when the world is thine
Tomorrow Belongs To Me

  1. Oscar Cantero
    6 May, 2011 a las 9:48 AM

    Jaime,
    Simplemente comentarte que el post es excelente, cómo siempre. Al final he llegado a la conclusión que al sistema le interesa tenernos «embobados» con el fútbol y la telebasura. Si no ya me explicarás cómo la gente no sale a la calle a quemarlo todo.
    Saludos

    • 9 May, 2011 a las 7:06 PM

      Gracias Oscar.
      Recuerdame que te invite a un gin tonic cuando nos veamos.
      Aunque, como comente a Lolita, entre «quemar todo» y no dejarse embaucar, hay bastante margen.
      Un abrazo

  2. 7 May, 2011 a las 8:01 PM

    Hola Padre,

    Parece en tu post que la culpa de que exista telebasura es de los políticos («porque les interesa»)

    Desde mi punto de vista la telebasura existe porque tiene su publico y este publico es la gran mayoría mientras que tu eres parte de la minoría.

    Las televisiones viven de la publicidad y dicha publicidad se lleva a cabo en base a audiencias y ¿como se consiguen las audiencias? dandole al publico lo que pide. Si el publico demandara «documentales de la 2» la televisión seguiría este modelo pero el publico demanda morbo, desgracias ajenas, rivalidades (futbol)…

    Esto no es nuevo, antes estaban solo «la teleindiscreta» y el «Hola», nacio telecinco con sus ·»tetas y culos» la gente tuvo la opción en su momento (y la sigue teniendo) de seguir viendo «documentales de la 2» pero prefirío las «tetas y culos» de telecinco por lo que el resto de las cadenas se subieron al carro.

    Afortunadamente con la TDT entiendo que este problema se ha solucionado:

    Si quieres ver noticias 24 horas las tienes en el canal 24
    Si tienes crios tienes unos 10 canales de dibujos animados casi full time
    Si quieres morbo lo tienes en tele5, Antena 3 y sus nuevos canales
    Si quieres deporte tienes MarcaTV

    Las opciones están ahí, es el ser humano el que decide

    • 9 May, 2011 a las 7:14 PM

      Hola Jaime
      Volvere a leer el post, pero es muy posible que yo no haya dicho que la telebasura la hayan creado los politicos. Si es cierto que creo que una gran parte de la culpa de que continue como es ahora, es suya. Pero si te fijas, ni siquiera pido que la eliminen. Solo digo que la destierren a la noche oscura.
      Porque estoy de acuerdo contigo en que los que tienen criterio deben decidir que hacen, que leen, que escriben y que ven (siempre que no pisen indebidamente a los demas). Pero esa basura que se pone en horas en que los niños andan aburridos sin saber que hacer y sin que sus padres tengan ganas o energia para orientarles hacia otras cosas, es la hace un daño que no vemos hoy. Esa es la que creo que creo que se debe eliminar (desterrar). Los mayores, pueden decidir, los crios no.
      Y los crios de hoy seran, si no se remedia, los zombies de mañana.
      Abrazos

      • Lolita
        10 May, 2011 a las 2:25 PM

        Es cierto lo que comentais ambos. Por un lado, hay un amplio abanico de posibilidades que te permite descartar lo zafio, y por otro, existe el peligro de que los niños puedan verse abducidos y sorprendidos por «la Esteban», precisamente porque no estén acostumbrados a semejante comportamiento «digno» de estudio.Iba a decir otro término, pero no sé si está aceptado por la RAE y tampoco me parece oportuno ofender.

        A mis sobrinos pequeños, por poner un ejemplo, solo les interesan los canales infantiles, los libros educativos y alguna que otra serie infantil de adolescentes de moda.Los más mayores, hacen lo que todos, estudiar, estar con los amigos y vivir pegados a un iphone, no vaya a ser que «fulanico/a» les escriba.

        En definitiva, la educación depende de los padres, pero sí es cierto que la televisión está degenerando y que hay que estar pendiente de los niños.

        Cuando yo era pequeña, recuerdo ver junto a mi padre los programas de Félix Rodriguez de la Fuente.Pero ojito…Jaime, también sabía que existían las películas de Pajares y Esteso y no porque yo las viera ni en mi casa las vieran.Eran bastante ordinarias…

        Y también te digo que en la playa, allá por el 87 mis amigas mayores convencieron a «las madres» para que nos llevaran al cine, con la excusa de que la primera película era de dibujos animados.Cuando comenzó la segunda, en el minuto uno ya empezaban las madres a torcer el gesto…Título de la película: «Sufre mamón» (protagonistas: «Los hombres G»).A la media hora nos sacaron de las orejas por la cantidad de palabrotas que se decían en ella; con el consiguiente cabreo de mis amigas (mayores) que llevaban tiempo suspirando por ver la película, «superpop» (revista en la que por la época eran protagonistas Los Hombres G) en mano.

        Pero si, hay que reconocer que todo era más «suave» que ahora.

        Besines.

      • 13 May, 2011 a las 10:27 PM

        Hola Lolita infatigable.
        Yo me recuerdo de chaval jugando en la calle, haciendo novillos y colandome en pelis de mayores. No habia tele hasta que tuve diez años y muy pocos coches en la calle. Ambas cosas, buenas vistas desde ahora, eran lo que te permitia «vivir» asi.
        Hoy nada de eso es posible. La calle no existe para los crios chicos; solo a partir de los diez y tantos y solo por la noche. Si hacen novillos, los padres pueden acabar poco menos que imputados por un juez. Y colarse en pelis de mayores pudiendo bajarse hasta pelis porno, no les motiva.
        La tele y los videojuegos son sus educadores y dominan su mundo en la parte que les deja libre el cole. El resto del tiempo, practicamente inexistente, es para la familia.
        Su que es una exageracion y que normalmente no es lo que sucede en nuestro circulo. Pero si en una importante masa social.
        Un abrazo

  3. lolita
    10 May, 2011 a las 3:49 PM

    Y también es cierto que antes, a las series consideradas «peligrosas» le ponían rombos (no quiero pensar cuántos les pondrían ahora a ciertos programas), como a Falcon Crest(que si lo comparas con «el diario de Patricia» es como ver Heidi).

    Recuerdo que otras como «se ha escrito un crimen» y «luz de luna», las ponían fuera de horario infantil.

    Espero que las cosas cambien a mejor.No obstante, como quería decir el otro día, pero no dije, cada uno se relaja con lo que mejor le parece, lo que ocurre es que es una pena que la gente se relaje mayoritariamente con «la princesa Esteban» y lo turbio que siempre le rodea.

    A ver si alguien pone un poco de cordura.

    Besos.

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