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Posts Tagged ‘CLASE POLITICA COMO PROBLEMA’

INDIGNARSE ¿SIRVE DE ALGO? (1)

13 enero, 2011 45 comentarios

Se habla estos días de un fenómeno literario, con el título de “Indignez-vous” y cuyo autor, de 93 años de edad, es uno de los padres de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: Stèphane Hessel. Se trata de un folletito de apenas 30 páginas, de encuadernación grapada y con precio de 3 euros. Ya tiene casi un millón de lectores y la riada no para. Como aún no he tenido la oportunidad de leerlo, me limito a reseñar una crítica de tercero: Harlem Désir, diputado europeo y número dos del Partido Socialista francés, fundador de la ONG Sos Racisme:

“Es un libro de rebeldía, de indignación, que se inscribe plenamente en nuestra época. Se subleva contra la sumisión, contra la dictadura de los valores financieros. Y dice que el mayor peligro sería la resignación (…) Hessel es un hombre modesto y auténtico. Plantea las cuestiones sociales en términos morales, hace un llamamiento a la ética y a la responsabilidad personal (…) a los 93 años se dirige a los jóvenes predicando una rebelión humanista y optimista (…) Es una llamada a la reflexión, no un programa político; es un llamamiento a la sociedad a partir de unos valores, …En él aparecen los valores de justicia social, de prevalencia del interés general sobre los intereses particulares, de basar la vida colectiva en los valores republicanos….Quiere construir una sociedad de la que podamos sentirnos orgullosos, pero no presenta la más mínima ambigüedad: no es un programa político”…. “Predica un cierto radicalismo, pero construido en torno a un proyecto común. No expresa una utopía revolucionaria, que no podría cumplirse. Stéphane Hessel ofrece encontrar una esperanza… por eso este librito ha encontrado tanto eco”.

 

Como en cualquier éxito literario, en seguida surgen las críticas: objetivas –al libro– y subjetivas –a la personalidad del autor-. Pero, quizá, lo importante no sea en este caso la calidad de la obra ni las cualidades del autor. Lo importante es el revulsivo que puede suponer, especialmente si nuevos elementos de la sociedad civil o líderes de opinión, quizá aún desconocidos, siguen la senda marcada por Hessel con este método de mensajes catalizadores dirigidos a una maltratada sociedad.

Una de las críticas, poco inteligentes creo yo, a pesar de la personalidad de su autor, es la que dedica a Hessel el neuropsiquiatra Boris Cyrulnik. Dice esta lumbrera estar “indignado de que (Hessel) nos pida que nos indignemos, porque la indignación es el primer paso del compromiso ciego. Hay que pedirnos  (sic) que razonemos y no que nos indignemos”.
Y yo le pregunto al psiquiatra: al margen del juego de palabras, impropio de tí,  ¿qué conseguimos con razonar, si no hacemos nada más? Porque, probablemente, la indignación es una fase mental posterior y consecuente al razonamiento, en tanto que el razonamiento, por sí solo, no tiene mayor consecuencia que la de confirmar nuestro acuerdo o desacuerdo con aquello sobre lo que razonamos. La indignación, sin embargo, supone algo más que el razonamiento: supone un “sentimiento de intenso enfado que provoca un acto que se considera injusto, ofensivo o perjudicial”. Razonar e indignarse son conductas compatibles y consecutivas, no alternativas.

Pero, seguramente, tampoco indignarse es suficiente. A este “sentimiento de intenso enfado” debería seguir otra acción más elocuente. Pero ¿cuál?

Destacaré algunos de los mensajes de “Indignez-vous”:

«La actual dictadura internacional de los mercados financieros amenaza la paz y la democracia».
– «Llamo a la insurrección pacífica contra el consumo masivo, el desprecio por los débiles y la competencia de todos contra todos».
– «Hago un llamamiento a los ciudadanos, jóvenes y no tan jóvenes, a asumir la responsabilidad por las cosas que no funcionan en nuestra sociedad. Deseo que cada uno encuentre un motivo por el que indignarse con el sistema».

Desde luego, los mensajes no son ni novedosos ni originales. Pero el librito está teniendo un éxito brutal. ¿Cuál es el secreto?

…………………

Hace unos de días leí un suelto (carta) de parecido tono, con la firma de Anson y en su medio habitual, con el explícito título ¿De verdad que no se os cae la cara de vergüenza?, que dedica a los dirigentes de los partidos políticos. Destaco parte del texto:

“Mis queridos amigos…

¿De verdad que no se os cae la cara de vergüenza? ¿De verdad que os pasaréis una vez más por el arco del triunfo el barómetro del CIS? ¿De verdad que os echaréis a las espaldas sin pestañear la ignominia publicada? Resulta que la clase política es, según el CIS, el tercer problema que hoy sacude a España, tras el paro y la crisis económica.

Cifras no desmentidas aseguran que más del 90% de los gastos totales de los partidos políticos proceden de subvenciones directas o indirectas del Estado, es decir de los impuestos con que sangráis de forma inmisericorde a los ciudadanos para pagar la parafernalia de vuestros actos públicos, las desmesuradas campañas de publicidad, los incesantes viajes gratis total, la multiplicación de las sedes en toda España, el incremento imparable de vuestros empleados, la incesante caravana de coches, chóferes y escoltas, el rosario inacabable de asistentes, secretarias y enchufados….

Además, mis queridos amigos, habéis establecido en las tres administraciones el despilfarro por sistema. ¿Qué cifra de automóviles, con sus correspondientes choferes, seguros, facturas por averías, amortización, gasolina y gastos varios pagamos los españoles en las tres administraciones?….

Renglón especialmente sangrante es la invasión en varias ciudades españolas de los principales palacios y edificios suntuarios que ahora pagamos entre todos para solaz de los políticos…. Por poner un ejemplo entre mil, el Instituto de España, tan útil y necesario, debería ser una dirección general que funcionara en 300 metros cuadrados. Ocupa uno de los edificios más grandiosos de la capital: el antiguo Banco Central. Todo un derroche, en fin, que no es más que un botón de muestra de los abusos de las otras administraciones, de la municipal, con la fantasía del palacio de Cibeles, o de la autonómica, con la fórmula soviética de los teatros del Canal….

El hartazgo ciudadano ante vuestra incompetencia, ante el derroche de que hacéis gala, ante el egoísmo partidista, ha conducido a la opinión pública a considerar que su clase política no es una solución sino un problema, el tercero de los grandes problemas contra los que lucha el pueblo español.

¿De verdad, mis queridos amigos, de verdad que no se os cae la cara de vergüenza tras leer los resultados de la última encuesta del CIS?”

Nada nuevo dice el amigo Anson. Su indignación proviene directamente del último barómetro del CIS, que sitúa a la clase política, tras el paro y la situación económica, como el tercero de los grandes problemas que aquejan a la sociedad española. Nada nuevo bajo el sol. Llueve sobre mojado. Como llovía sobre mojado cuando el barómetro de Transparencia Internacional confirmaba hace poco que tres de cada cuatro españoles cree que hay ahora más corrupción que tras años atrás (que no era poca). Poco me parece tres de cada cuatro; si¡upongo que el cuarto es el «no sabe no contesta».
………………….

Es que, de verdad, ¡manda güevos! Nuestros políticos son, al menos como colectivo, cada vez más gorrones, más corruptos, más inmorales, más aprovechados, más…(no quiero calentarme).

Es que duele escuchar a Fabra, ese político Valenciano con aspecto de mafioso y presunto corrupto cuando, tras la sentencia de la Audiencia de Castellón que declara la prescripción de varios de sus delitos probados, dice: “La prescripción es como una absolución”. Y, lo que es peor, su partido lo defiende.

Es que duele ver cómo, a pesar de las débiles protestas del Banco de España, las nuevas Cajas de Ahorro resultantes de las fusiones de las arruinadas viejas Cajas, continúan siendo copadas, en sus Consejos, por los políticos de medio pelo que provocaron primero su ruina y después el coste milmillonario de su salvación a través de las ayudas del FROB. Sirva un ejemplo: una de las cajas de menor importancia en activos y recursos, Caja Duero-España, tiene un Consejo de Administración de treinta y cinco miembros (BBVA tiene 12, Banco Santander 20 y Telefónica 17); de ellos, veinte son políticos. ¿Qué coño hacen presidentes de diputaciones, alcaldes o secretarios provinciales de partidos políticos decidiendo, por ejemplo, los riesgos inversores que tiene que tomar una entidad? Y todos cobrando.
Es que duele saber que los diputados y senadores, quienes tomarán la decisión de cuándo y cuánto se recortan las pensiones de los ciudadanos, son a su vez quienes deciden que las suyas, además de privilegiadas, son intocables.

Es que duele enterarse de que las suculentas indemnizaciones o cesantías, en ciertos casos vitalicias, de altos cargos son compatibles con los millonarios ingresos de actividades complementarias, mientras que un pensionista común no puede recibir ingresos por otros conceptos. No rechazo que mentes brillantes continuen aportando a la sociedad, lo que me subleva es que no admitan a los demás lo qu ellos guardan para si. Como duele, hasta sangrar, el despilfarro intolerable de la cuádruple superposición de competencias que permite nuestra actual estructura del Estado o el de las docenas de inútiles –para el ciudadano, que no para el político- televisiones locales o autonómicas.

Duelen tanto tantas cosas y con tanta frecuencia suceden….No nos sorprende, ya, enterarnos de nuevos –decenas cada día– casos de corrupción. Convivimos sin inmutarnos, y casi sin querer enterarnos, con los cuatro millones y pico de parados que seguirán así por mucho tiempo. Aceptamos como habituales los millones en subvenciones a asociaciones y movimientos “sociales” creados, precisamente, para recibir subvenciones. No nos alteramos, ya, cuando nos hablan del inasumible coste de nuestra estructura administrativa. Las peleas entre partidos, cuando no la venta de votos por prebendas, nos parece lo normal y ya no pensamos en que lo lógico, lo esperable, sería un pacto entre quienes, quizá con enfoques ligeramente diferentes, debieran tener objetivos convergentes.

Pues aunque ya nos hayamos acostumbrado, no podemos seguir pasándolo por alto. El hecho de que se hayan denunciado tantas veces estas y muchas otras situaciones, no debe hacernos pensar que la reiteración es inútil. Al contrario. Más vale el cansancio que el olvido. Por eso, aun a riesgo de que de tanto repetirse, leerse, escucharse, parezca que todos estos abusos al amparo del poder van perdiendo importancia, hay que seguir insistiendo, alertando, denunciando.

Hay que repetirlo hasta la saciedad. Que, más que la indignación, se extienda la marea del cabreo social. Hay que pasar de la fase del razonamiento, incluso de la indignación, al ataque. Habra que ver cómo, pero habrá que atacar; no hay otra. Y no sólo contra el gobierno, sino contra toda la clase política. Porque son miembros de la clase política –aunque sean minoría– los que corrompen y se corrompen. Porque son miembros de la clase política y ya no tan minoría– los que amparan, permiten u ocultan la corrupción de algunos de los suyos. Porque son miembros de la clase política los que impiden que se ponga freno al despilfarro. Porque son miembros de la clase política los que se niegan a pactar los acuerdos y a acordar los pactos que exige la ciudadanía. Porque, en fin, es la clase política la que decide los recortes sociales de sus electores mientras se niega siquiera a someter a cuestión sus propios privilegios.

Y, por eso, la clase política –y no hace falta acudir al CIS para saberlo– representa hoy, para la sociedad, uno de los mayores problemas y, para el desarrollo de España y la salida de la crisis, uno de los mayores obstáculos.

Hace unos días, y aprovecho para cerrar con ello esta primera entrada, me mandaron un mail de esos que invitan a reenviar en cadena. Yo no suelo hacerlo pero, como excepción, haré referencia aquí. Es un cutre, cutrísimo, ejemplo de lo que pasa. El protagonista, según ese mail, es el portavoz de un partido minoritario del ayuntamiento de una importante ciudad andaluza. Parece ser que está preocupadísimo por la difusión de la noticia y de la foto que acompaño. Y no me extraña, porque la foto está tomada con ocasión de un “apretado” viaje de trabajo a Bruselas cuyo coste, incluida esta espectacular mariscada de la que tan orgullosos se sienten, pagamos nosotros. Como no puedo confirmar la veracidad de la noticia, no doy nombres. Pero así es como funcionan muchos políticos y politicuchos. “To pa mí; paga el pueblo”. Como foto de cierre, no está mal. Muy representativa.

 

Indignación, hartazgo, cabreo, ….¿Sirve de algo indignarse? supongo que sí, pero habrá que hacer algo más. Indignarse, hartarse, cabrearse, te dejan jodidamente melancólico. Hay que actuar; pero habrá que ver cómo.

En unos días, si me quedan ganas, me viene alguna idea y se me pasa algo la indignación, seguiré.