Archivo

Posts Tagged ‘AHMED Y OTRAS MAJESTADES’

CHITENGO, NAMZELIEVA, OSAMA Y OTROS JUSTICIEROS

26 May, 2013 2 comentarios
Leones en el masai-Mara, Kenya

Leones en el masai-Mara, Kenya

Hace algo más de un año escribí una preciosa (me disculpen la vanidad) entrada sobre elefantes: Salomón, Ahmed y otras Majestades. Fue con ocasión del accidente del rey, cuando andaba de caza por Botswana y su reino, España, estaba en el mismo filo del abismo.

Casi todos los que de asunto de tanta relevancia escribieron lo hicieron sobre lo procedente o improcedente de la conducta del monarca, sobre la rotura de la real cadera o sobre lo ético de la práctica de la caza. Yo preferí homenajear a sus majestades, los elefantes; a las víctimas de Su Majestad, el rey. Porque pocos dudan de que el animal con más grande majestad sobre la tierra, incluido el rey de la creación, es el elefante.

Y si preguntáramos cuál pudiera ser el segundo en majestad, estoy convencido de que muchos contestarían: el León, sin duda, el Rey de la Selva

Pues de leones va hoy, amigos.

La idea me llega de un artículo que me manda un buen amigo, lector de este blog. El artículo constituye un pequeño homenaje a su protagonista, con ocasión de su reciente fallecimiento. El Hombre que aplaudía a los leones. Este hombre no era otro que “el viejo Pereira” (1958-2013), legendario guarda del Parque Nacional de Gorongosa, en Mozambique.

Luchó mucho Pereira por mantener el Parque a salvo de las masacres que cometían ambos bandos de la guerra civil (Mozambique estuvo casi 30 años en guerra; la de independencia, 1964-74 y la civil, 1977-92) y por regenerarlo cuando esta terminó. El parque era su vida, toda su vida; en él creció, vivió, aprendió, enseñó y murió.

Pereira tenía la naturaleza en la sangre y los leones en el corazón. Cuentan de él, quienes con él la vivieron, esta anécdota que demuestra su coraje y su autoridad sobre los leones:

“A principios de 1979, aún la guerra no era muy dura en Gorongosa, Pereira iba patrullando a pie el parque con Costa Quembo y Benjamín Bolacha. Iban buscando furtivos, trampas, desactivar minas. Fueron a cargar sus cantimploras en el río Mussicadzi, lleno de cocodrilos, cuando se dieron cuenta de que estaban junto a un par de leones. Entonces, uno de los leones intentó atacar a los ranger.

Pereira comenzó en ese momento a batir palmas y todos le siguieron. Lo hacían como se hace cuando se saluda a los jefes locales. Miraban fijamente a la leona y daban palmas sin apartar sus ojos de los suyos. El león macho, desconcertado, decidió entonces huir y la leona, furiosa, le siguió.»

El macho de la pareja era el legendario león del parque, Chitengo. Alguna costumbre humana adoptó el león Chitengo, ya que llegó a ocupar un viejo bungalow como su hogar y fundó la conocida “casa de los leones”.

El viejo Pereira, el que aplaudía a los leones

El viejo Pereira, el que aplaudía a los leones

Pero no todos los leones son tan conformistas como Chitengo, ni todos los que a ellos se enfrentan son hombres tan sabios como Pereira. Y si alguna costumbre humana han adoptado, es la de la antropofagia*.

(*Comeos los unos a los otros, una entrada sobre el canibalismo en este mismo blog)

Los leones no son vegetarianos como los elefantes, ni carroñeros como las hienas. Se alimentan de lo que cazan y solo cazan seres vivos. Cuando la vejez o la enfermedad merman sus fuerzas y ya no son capaces de abatir antílopes a la carrera, les resulta más sencillo cazar bípedos humanos.

Por eso, casi todos los leones conocidos por sus nombres no han sido víctimas del hombre, como lo fueron la mayoría de los elefantes famosos, sino “asesinos” o, mejor dicho, comedores de hombres. Cuentan que en Tanzania, uno de los pocos países africanos que conserva población notable de leones, mueren cada año no menos de cien personas, presas de sus fauces.

Los responsables de los  parques y los guardas de las sabanas conocen bien a estos comedores de hombres. Suele tratarse de viejos ejemplares o de  felinos con alguna tara que les dificulta cazar gacelas, que es lo que más les gusta; o de leones que viven en zonas en las que su caza natural escasea, precisamente por culpa de los humanos. En tales casos les resulta más fácil cazar hombre que gacela y terminan por encontrar esta carne deliciosa.

Muchos de estos “asesinos” murieron o permanecen en el anonimato y sólo viven en la memoria de las aldeas que diezmaron. Otros, viejos conocidos de los guardas, están identificados con sus nombres y están escritas sus hazañas.

Como el viejo Namzelieva, que mató a 43 personas cerca de Kasawa, en Zambia.

Como el Infame Charlie, conocido devorador de hombres. León feo donde los hubiere, ya que perdió en combate la mitad de su cola y era de color casi blanco, indigno de un león que se precie. “El León Blanco”, le decían, y de él hablaban con una mezcla de temor y afecto, “con la familiaridad afectuosa con la que algunas personas hablan del diablo”.

Charlie formó sociedad gastronómica con otros dos machos y tomaron apetencia por varias aldeas en la región del Serengeti. Mataron a más de 90 personas hasta que, tras muchos fracasos de los mejores tramperos y cazadores, cayó abatido en una trampa armada.

Como Osama, “acusado» de matar a más de 50 personas en ocho aldeas de la región de Rufiji, en Tanzania.

Como Msoro Monty o como el León de Mfuwe, que tenían su teatro de operaciones, sus comederos humanos, en el valle del rio Luangwa, en Zambia.

Como Los comedores de Hombres de Njombe. Cuentan que esta manada, de 15 ejemplares, ostenta el record de matanzas de humanos. Actuó entre 1932 y 1947 en la región de Njombe, al sur de Tanzania. El responsable de su captura, Goerge Rushby, declaró: “Los famosos devoradores de hombres de Tsavo eran alevines pequeños en comparación con lo que éstos leones resultaron “. Adecuada frase, pues mataron a no menos de 1500 personas. La razón de tal agresividad fue una de las que al principio mencioné: con el objetivo de controlar un brote de peste bovina, el gobierno colonial decidió reducir la cabaña ganadera, tanto doméstica como salvaje. La escasez de sus presas naturales provocó que los felinos dirigieran su instinto predador alimenticio hacia la especie humana.

John Patterson con el primer león de Tsavo

John Patterson con el primer león de Tsavo

Como, y con ellos termino la historia, los Leones de Tsavo. Esta pareja de gatos, feos y casi blancos como el León de Mfuwe, es quizá la que mayor fama ganó, pues  han sido protagonistas de buen número de películas y piezas literarias.

Fueron responsables de la muerte de más de 140 personas, la mayoría collies (de procedencia hindú), que trabajaban en la construcción del puente del ferrocarril de Tsavo, entre Mombasa y Kampala, la Uganda Railway. Aunque pronto fue rebautizada esta línea como The Lunatic Express  (El Tren Lunático, que aún hoy está operativo) debido a los  problemas que tuvieron en su construcción por oposición de las tribus locales, ataques de fieras, enfermedades, etc.  Los obreros que no fueron devorados escaparon en estampida y la construcción hubo de detenerse.

Fueron abatidos finalmente en 1898 por el coronel británico, cazador e ingeniero jefe de la obra, John Henry Patterson y el puente pudo ser acabado en 1899.

El segundo león de Tsavo

El segundo león de Tsavo

Leones asesinos, comedores de hombres…yo creo que son más bien leones justicieros, pues por mucho que se exagere la cifra de sus víctimas, siempre será infinitamente menor que la de leones muertos por el hombre, sea por muerte directa o por invasión de sus hábitats naturales. Los leones poblaban África de norte a sur y de este a oeste. Hoy, en más de diez países la especie se considera extinta y en muchos otros en vías de extinción. De los 200.000 leones que hace tres décadas existían en África central y occidental, apenas quedan hoy 700 en libertad.

En unos cuantos años más, no quedará ningún Rey de la Selva que pueda seguir vengando a su especie.

Comedores de hombres

Comedores de hombres

No cabe para esta entrada mejor canción que WHIMMOWEH (The Lion Sleeps Tonight) compuesta por Solomon Linda en 1939 sobre la base de la canción popular Mbube (León en zulú).

Hay muchas versiones, pero ya conocéis mi lealtad (debilidad) por el gran Pete Seeger. En esta versión, con sus compañeros de juventud: los Weavers. Aguantad esa clase que trata de impartir en los primeros compases y escuchadla hasta el final.

 Near the village,

the peaceful  village

The lion sleeps  tonight

¡Pero, cuidado, dormid con un ojo abierto y mantened una hoguera encendida a la puerta de vuestra cabaña!