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METIÉNDOME EN CHARCOS…

23 enero, 2020 Deja un comentario

Sí, sé que me voy a meter en un charco y que, además, me va a caer algún chuzo de punta, pero es que no puedo evitarlo.

Me refiero a una noticia que apareció hace pocos días en la prensa, concretamente en el diarío El Mundo. Contenía la noticia una manifestación de las “transfeministas” (la denominación de tal grupo ya se las trae) en el sentido de que “proponen usar elle, un pronombre neutro, para identificar a quienes no se sienten hombres ni mujeres”.

Además, proponen ampliar el acrónimo LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales) para amparar otras tendencias. Este acrónimo ha tenido una evolución en sintonía con el descubrimiento o el surgimiento a la luz de otras tendencias. Comenzó solo con la palabra “Gay” (homosexual; recuerden aquella conmemoración de la Semana del Orgullo Gay), pero pronto comenzó a ampliarse a solicitud de organizaciones de lesbianas y bisexuales. Evolucionó así de una simple G a LGB. Pero pronto aparecieron también los transexuales que exigieron su inclusión; de ahí, LGTB. Y poco más tarde fueron los intersexuales quienes exigieron la I. El acrónimo iba creciendo: LGTBI.

Recuerdo una entrada que escribí hace ya tiempo. Abril de 2011 en mi blog: https://jchicheri.wordpress.com/2011/04/27/bienes-de-interes-cultural-y-otras-tonterias/. El pretexto fue la promesa de Tomás Gómez, a la sazón jefe de los socialistas de Madrid (¿qué habrá sido de él?) de, si resultaba ganador en las elecciones de mayo, declarar como Bien de Interés Cultural, la semana del orgullo gay. En aquella entrada, al margen de divagar sobre la tontuna que me parecía esa promesa, en cuanto a hacerla y en cuanto a lo que contenía, decía mis propias tonterías sobre el término en cuestión.

Comentaba que, como siguiera creciendo iba a hacerse algo complicado, en sentido fonético, hablar de ello. Pues si era sencillo hablar de la Semana Gay no sería lo mismo si tuviéramos que referirnos a la “Semana del Orgullo ELEGETEBÉ”. Sugerí, fíjense qué tontería, lo siguiente: 

“… que quizá tendría sentido encontrar una denominación común para todos (y todas, si se me permite) de la que pueda derivarse un acrónimo pronunciable con mayor facilidad, alternativo a LGTB. Algo así como “Personas con Otras Tendencias Afectivas”. Hablaríamos entonces de la “Semana del Orgullo POTA”, fonéticamente mucho más pronunciable que “Semana del Orgullo ELEGETEBÉ”.  

Quizá se podría eliminar la “P” -pues todo el mundo sabe que nos referimos a personas-, con lo cual quedaría menos equívoca la fonética. Aunque también, especialmente para los amigos (y amigas, si se me permite) del desdoblamiento genérico del lenguaje, se podría descomponer –aunque no lo veo necesario– el genérico “personas” en los géneros (no hablemos de sexos en este contexto, que nos liamos) que lo componen. Podríamos entonces hablar de “Semana del orgullo HYMOTA”, es decir “hombres y mujeres, etcétera”. Aunque debo decir que me parece más adecuado el anterior: OTA.”

Pues, amigos, como comento más arriba, el colectivo mencionado de transfeministas quiere que el dichoso acrónimo se amplíe, además de la I de intersexuales que fue la última, para incluir algunas situaciones diferentes como transgénero, queers,… ah, y por si surgieran (o fueran descubiertas u objeto de nueva creación) otras tendencias hoy desconocidas, proponen añadir al final del acrónimo el signo + (más). Por si acaso…

Pero… ¿qué son los queers? Como lo cuentan se lo cuento:

Queer es el conjunto de ideas que sostiene que los géneros, las identidades sexuales y las orientaciones sexuales no están esencialmente inscritos en la naturaleza biológica humana, sino que son el resultado de una construcción social, que varía en cada sociedad.

¿Lo entienden? ¿No? Yo tampoco. Pero les explico el contenido del concepto “identidad de género” que, según el citado diario, figura en las “leyes identitarias” de Unidas Podemos:

Identidad de género. Según los Principios de Yogyakarta promovidos por la ONU, es «la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente profundamente, la cual podría corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo (que podría involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal a través de medios médicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre que la misma sea libremente escogida) y otras expresiones de género, incluyendo la vestimenta, el modo de hablar y los modales».

Añade el texto que:

La propuesta legal de Podemos contempla el reconocimiento del «derecho a la autodeterminación de la identidad sexual y a la expresión de género», que significa que las personas transexuales ya no necesitarán ningún requisito, no estarán sujetas a ninguna autoridad médica o legal, para poder ser reconocidas en su género. Bastaría con declarar su género sentido. También los menores de 18 años serían titulares de este derecho. En el Registro Civil la mención al sexo sería: femenino, masculino o no binario (NB).

Ah, que todavía no lo entienden bien… Les explico entonces qué es ser una persona no binaria (PNB): 

Persona cuya identidad sexual, de género y/o expresión de género se ubica fuera de los conceptos de hombre/mujer y/o masculino/femenino, o fluctúa entre ellos. 

¿Lo ven claro?

Resumiendo:

Del Diccionario de la RAE extraigo lo siguiente:

GAY define al hombre homosexual.

LESBIANA alude a la mujer homosexual.

TRANSEXUAL se aplica al que se siente de sexo diferente al propio morfológico, sin que sea necesario que, por hormonas o cirugía, adopte aquel.

BISEXUAL describe a quien alterna prácticas sexuales “homo” y “hetero”. 

INTERSEXUAL. Persona que muestra, en grados variables, caracteres sexuales de ambos sexos.

Y ya, sin remisión al DRAE, recojo lo que la publicación menciona de las otras situaciones. Es decir, aquellas a las que probablemente se refiere el signo + (más) que las transfeministas quieren añadir al acrónimo:

CISEXUAL. Persona que se identifica con el género que les fue asignado al nacer.

TRANSGÉNERO. Al contrario de las personas transexuales, no tienen por qué identificarse con el binarismo de género ni necesitar adecuar su identidad a las expectativas sociales. Incluye a travestis, cross dressers, queers, gender queers, drag kings, drag queens y agéneros.

GÉNERO FLUIDO. Cuando una persona circula entre varias identidades de género, no en una sola.

PANGÉNERO. Persona cuya identidad de género está integrada por varias identidades de género. A diferencia del género fluido, no transita entre las identidades de una otra sino que identifica con varias a la vez.

’TERF’. A las feministas críticas con la identidad de género se las llama de forma despectiva terfs (feministas radicales transexcluyentes), radfems o transfóbicas. 

                            ——————————————

Concluyo diciendo que si en aquello que escribí hace años mencionaba la dificultad fonética al referirnos a la “Semana del Orgullo ELEGETEBÉ, imagínense lo que será ahora: Semana del orgullo ELEGETETEIBICUGEEFEPETE. De locos (y locas). Y observen que excluyo CE, de cisexual, porque son los únicos (pobres) que quedan fuera, al aceptar que su tendencia afectiva coincide con el género que les fue asignado al nacer. 

En fin, ya les dejo, esperando haber ayudado a ampliar su conocimiento en la materia y no sin antes apelar a don Santiago Muñoz Machado, presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española, para que abra su mente y los diccionarios a tan creativo nuevo lenguaje. 

Y créanme que aunque pudiera parecerlo, no hay en lo anterior menosprecio alguno hacia las personas que se sienten afectadas por estas tendencias. Pido disculpas ante quien lo vea de otra manera. Y vaya por delante mi más absoluto respeto hacia quienes sufran o disfruten, pues no sé cuál es el verbo apropiado, de esas tendencias diferentes a la común (Dios me libre de decir “a la normal”).

Sí hay, en cambio, y lo habrán notado, un extraordinario asombro al enterarme de esto y una buena dosis de ironía al expresarlo.

 

 

 

UNA, DOS Y TRES…

20 diciembre, 2019 Deja un comentario

PATXI ANDIÓN

Una dos y tres…

 

La actividad cinegética se complementaba con algunas actividades accesorias. Convocábamos concursos de relatos, cuyo tema tenía que estar relacionado con la caza en Las Navas, entre los socios que quisieran participar; establecíamos premios al mejor cochino y venado de la temporada, a la mejor fotografía y, de vez en cuando, se sorteaba entre los socios un original que el buen montero y mejor artista Pepe Vega Osorio dibujaba en la propia asamblea de socios. Y nunca faltaba, como cierre de temporada el día que se daba el gancho del Guindo, la guitarra y la profunda voz de otro de nuestros queridos socios, Patxi Andión que, aunque aumentaba la melancolía a que nos había llevado la buena comida y los licores, contribuía a reducir la tristeza de fin de temporada.”

Esta es la segunda etapa de mi vida en la que coincidí con el amigo Patxi. Fue a partir de los noventa. Estábamos en el mismo grupo de caza, un grupo estupendo, de buena gente y de buenos cazadores (en sentido ético, si me permiten la expresión los enemigos de la caza, no de expertos o buscadores de trofeos) que compartimos una precisa zona junto a la reserva del Cijara en Herrera del Duque, Badajoz.

La primera fue cuando éramos algo menos que adolescentes. Vivíamos en el mismo barrio de Madrid, Argüelles, y aunque no íbamos al mismo colegio nuestras vidas se cruzaban de vez en cuando. Mi hermano Chiky, el Bucanero, recuerda que a Patxi le gustaba Petisa, hija de la duquesa de Valencia, una chavala muy “avanzada” para la época en que estábamos. Era brava, guapa y simpática. Vivía en el Paseo de Rosales y los balcones de nuestras casas se enfrentaban en el patio de manzana; ella, un quinto en Rosales; nosotros, un tercero en Ferraz. De vez en cuando nos disparábamos perdigones con la escopeta de aire comprimido. Nunca hubo daños.

La madre de Petisa era una mujer atípica. Daba un poco de miedo por su tamaño y desenvoltura, pero al tiempo ejercía una tremenda atracción sobre nosotros, chavales de 14 o 15 años. Iba siempre con vaqueros y una camisa cuyas puntas inferiores ataba a su cintura y llevaba el paquete de tabaco insertado entre el borde del pantalón y el cuerpo. Hablaba fuerte, con tacos, y nos enseñaba cosas extrañas, como liar un cigarrillo con una mano. Tenía en casa más de diez perros, algunos gatos, un mono y hasta un par de serpientes en la bañera. Era una mujer genial. Yo creo que Chiky recuerda el gusto de Patxi por Petisa, la hija, porque a él también le hacía tilín.

De aquellos últimos años de la década de los cincuenta y primeros de los sesenta vienen mis primeros recuerdos de Patxi. Por lo que hablamos en nuestra “segunda etapa” sus recuerdos eran más intensos que los míos. Recordaba mucho, y con mucho cariño, a mi querida hermana Blanca, “la chica más guapa del barrio”, me decía. Yo creo que le gustaba más que Petisa; o, tal vez, de otra manera. No sé, supongo que ahora la volverá a ver allá arriba, donde ella está desde aquel fatídico 13 de junio de 1998, triste día de mi 50 cumpleaños. Me decía también que yo era la envidia de todo el barrio por mi Bultaco Matador MK3, una preciosa moto de campo que mi padre tuvo el detalle de regalarme, a mis 20 años, cuando yo le pregunté si me podía avalar unas letras para comprarla yo con mis escasísimos y muy esporádicos ingresos.

Después, muchos, muchísimos años después, le vendí otra moto. La BMW K100 RS que me había auto regalado por mi 40 cumpleaños, en 1988. El primer verano le hice unos 7000 kilómetros. En los 22 años siguientes le hice unos 10.000. Así que como no la usaba y a él le encantaba, se la vendí. Cuando me preguntó el precio le dije que lo pusiera él.

Estos son algunos de los recuerdos que tengo de Patxi, además de los muchísimos de Las Navas, de nuestras cenas de grupo, de sus cantos cuando los ganchos de la Garganta del Guindo, de alguna partida de golf y de alguna comida o cena en su precioso dúplex de la Plaza de Oriente o en su bonita casa en la Sierra Blanca, arriba de Marbella.

Hace poco, y es la última vez que nos encontramos, le entregué y le dediqué mi vida. Me refiero a mi vida en letras, ese nuevo recorrido que hace poco terminé y que está condensado en SIETE DÉCADAS. Pocos días después me mandó un mensaje para invitarme al concierto de su 50 aniversario como artista, La Hora Lobicán, que dio el 25 de noviembre en Galileo Galilei. Y hace solo un par de días me entero de la triste, tristísima noticia: Patxi ha muerto en terrible accidente algo pasada la madrugada. Supongo que volvería de un aguardo de cochino en algún campo de Soria.

 

Patxi, disfruta de la vida allá arriba como disfrutaste aquí abajo. Dale mil besos a mi hermanita Blanca. También a mi hermano Nacho y a mis padres, que los encontrarás por ahí… Ah, y un fortísimo abrazo a Pepe Vega Osorio, aquel simpático pintor amigo nuestro de la vida y de la caza que aparece contigo al principio de esta despedida y que se fue también hace unos años de repente, como tú.

Un fortísimo abrazo, querido Patxi. Ojalá Gloria no sufra demasiado tu ausencia.

 

PATXI EN LAS NAVAS

 

HISTORIA DE UN APELLIDO

7 noviembre, 2019 3 comentarios

HISTORIA DE UN APELLIDO

Según los datos que publicó en su día la Enciclopedia de la Nobleza de Europa, editada en francés, en su página 505-506, el apellido Chicherio de Chiceriis es oriundo del distrito de Bellinzona (Ticino, Suiza italiana) y es mencionado desde el año 1.484. Una de sus ramas fijó sus raíces en Giubasco (Bellinzona) con el nombre Chicherio-Scalabrini.

Las armas de los Chicherio de Bellinzona son: Cruzada en banda de azur, de gueules et d’argente y un árbol en sinople (verde) surgiendo de un terrazo, con sus raíces al aire. Abrazando el árbol se ve una luna en cuarto creciente (croissant), en oro y con sus cuernos hacia el cielo, encuadrando una estrella también en oro. El escudo de armas data de 1635.

En la publicación mencionada aparecen hasta 21 Chicheri entre los siglos XV y XIX. Por señalar a algunos y establecer la conexión entre los Chicherio del Ticino suizo y los Chicheri de España, hablaremos de Leopoldo María, nacido en Bellinzona el 1 de enero de 1789, que entra al servicio de Francia en el IV Regimiento Suizo, en el que se distinguió obteniendo cuatro condecoraciones. Hizo la campaña de España a las órdenes del Mariscal Dupont y tomó parte en la batalla de Bailén, en la que resultó prisionero. En mayo de 1809 logró evadirse y, de nuevo, entró al servicio de Francia.

A la caída de Napoleón pasó al servicio del rey y con ocasión de los cien días (campaña de Waterloo) lo abandonó para reincorporarse de nuevo con Napoleón. Mandó el regimiento suizo hasta 1830 y fue nombrado Caballero de la Legión de Honor.

Otros Chicherio, ya Chichery o Chicheri, todos oriundos de Bellinzona, fueron Francisco Teobaldo, Carlos y Francisco, oficiales del ejército español por el IV Regimiento Suizo-Español. Francisco Teobaldo combatió en Bailén, Llinas y Valls, así como en Molino del Rey (1808). En Valls fue hecho prisionero por los franceses el 26 de febrero de 1809 y posteriormente liberado en junio de 1810.

También Francisco y Carlos combatieron en los mismos frentes. Francisco resultó herido en Valls y fue hecho prisionero, permaneciendo en Francia hasta 1814. Carlos alcanzó el grado de coronel y falleció en Tarragona el 29 de junio de 1809.

Queda así expuesto, sumariamente, el itinerario histórico-militar de algunos de los ancestros de la actual familia Chicheri en España que, procedentes del Ticino suizo, combaten unos con los franceses y otros contra ellos, y se hacen unos franceses y otros españoles transformando ligeramente sus apellidos pero manteniendo la nobleza de sangre sin necesidad de prueba alguna. En efecto, en los centros de enseñanza militar se ingresaba por carta de nobleza sin otra prueba que sus orígenes, pero siempre conservando sus armas nobiliarias.

Por otra parte, en el Bolletino Storico della Suizzera Italiana (pags. 29 a 42) aparece tan completa y en ocasiones profusa información sobre este linaje que resulta muy farragoso extendernos en su contenido. Aun así, haremos alguna mención.

Aparece de nuevo en dicho boletín Carlo Giuseppe Chicherio, coronel al servicio de España. A continuación, el árbol genealógico de la familia Chicherio, que encabeza Juan Bautista de Chicherio, Patricio de antiquísima y nobilísima familia. Aparece como descendiente por línea directa del Nobilis Caroli Joseph de Chicheriis, oriundo de Bellinzona, Patricio Inclite, RepublicUriane, Secundum in Legión Helvética de Reding… Súbdito por servicio de S.M. Caroli Tertio di Borbón, Hispaniorum, Indianorum Regis

Este boletín repite lo mismo que ya veíamos en la enciclopedia francesa al definir las armas del apellido: “El estigma Chicherio es de argento, caricato di un albero frondoso al naturale, terrazzato a la base, pórtate due traverse a banda nel tronco e acompagnato in capo da una mezza luna”.

Y por fin, en sus páginas 40 y 41 aparece, en 1760, un alto funcionario en la corte de España: Carlos José Chicheri y, remarchándolo, un último Gigeri, Carlo, capitán al servicio de España y en el Regimiento Suizo de Reding que devino en teniente coronel y, más tarde, en coronel.

En un prontuario español de fines del siglo XVIII y entre los regimientos suizos al servicio de Su Majestad, aparece el denominado barón de Reding, creado en 1742. Su uniforme: casaca, chupa, calzón, azules; buelta”, collarín y solapa, encarnados; botón blanco. Figura como coronel el propio Barón Reding y como teniente coronel, el coronel del ejército Carlos Chichery.

Sin lugar a dudas, todos los mencionados pertenecen a un mismo linaje, ancestros de los actuales Chicheri españoles, de los que aún existen algunos – pocos- con este apellido solo, ya que aquella rama se extinguió por línea de varón. Una nieta de Carlos Chichery, de nombre Gregoria Chicheri Suarez, bisabuela de quien esto escribe, contrajo matrimonio con don Juan López Urrea, Alcalde por estado noble de Cehegín (Murcia). Sus hijos decidieron unir los apellidos paterno y materno para convertirlo en el compuesto López-Chicheri. También de muy noble estirpe, pues los ancestros de don Juan López Urrea también lo fueron.

                                                         Luis Fernando López-Chicheri Urbina, Caro y Malcampo

                                                    Enero de 1995

 

Nota 1: Este texto fue enviado por su autor, mi padre, a la revista HOLA para pedirles que corrigieran una serie de inexactitudes en las que incurrió tal publicación con ocasión de un artículo sobre el linaje.

Post scriptum. Como complemento de esta reseña sobre el apellido, traigo aquí la transcripción del texto del libro NOSOTROS (Relatos familiares), autobiografía de mi padre, Fernando López-Chicheri Urbina) en la parte que hace alusión al primer Chicheri del que se tiene constancia en España:

El primer Chichery, que vino a España, pertenecía al Regimiento que el barón de Reding aportó a las filas de uno de los pretendientes en la Guerra de Sucesión a principios del siglo XVIII. En un anuario, que obra en mi poder, y en la descripción de los Regimientos suizos en España, aparece con fecha de 1704, entre los de infantería, y a continuación de su coronel, el barón, el Teniente Coronel de Infantería y Coronel de ejército don Carlos Chichery. En aquel tiempo existía el doble empleo: uno de Ejército, para igualar plantillas y emolumentos y otro de Arma o Cuerpo, para adaptación de funciones.

Carlos Chichery, finalizada la Guerra de Sucesión y proclamado rey de las Españas Felipe V, primero de los de la dinastía borbónica después de 200 años de hegemonía de la Casa de Austria, afincó en la provincia de Alicante y fue el origen de los Chicheri de España y abuelo de mi bisabuela doña Gregoria.

Otro de los descendientes del Barón de Reding, con su Gran Unidad (ya División) participó también activamente en la Batalla de Bailén (guerra de la Independencia). Como en aquel entonces se transmitía de padres a hijos la tradición en las unidades, al ser como de propiedad particular, un Reading era su general y algún Chichery figuraba como oficial encuadrado en aquélla.

Y así es como doña Gregoria de Chichery, nieta del primer Chichery afincado en España, nacida en Ferez (Alicante), y don Juan López, posibilitaron el apellido compuesto López-Chicheri, que ganó en alcurnia y cambió la «y griega» por su hermana pequeña; la «i latina.

SIETE DÉCADAS… YA PASARON

19 junio, 2019 1 comentario

Hace un año, el día 13 de junio de 2018, hablé de un día igual pero de 1948. Y seguí, y seguí, y seguí…

Y, asómbrense, en un solo año han pasado nada menos que 70.

 

A MODO DE PRESENTACIÓN

En esta tercera fase de la vida, en la que el tiempo es el mayor don que nos queda a los que tenemos la suerte de seguir manteniendo aquellas  tres cosas hay en la vida tan fundamentales, nuestro deber, y nuestro placer, es llenar de vida ese tiempo. Ya que nos ha sido dado, aprovechémoslo. No dejemos que él nos consuma poco a poco; hagamos lo contrario: consumámoslo nosotros a él, disfrutémoslo.

En esa intención no se me ha ocurrido otra cosa que volverlo a andar; que volver a andar ese tiempo que ya ha pasado, ese camino que ya he recorrido. Rememorar lo pasado, revivir lo vivido… Algo parecido le sucedió a mi querido padre en un tiempo de su vida algo más avanzado que el mío de hoy. Y se le veía tan contento mientras lo hacía, tan lleno su corazón de la vida revivida, tan comunicativo a ratos, tan circunspecto en ocasiones, tan feliz… que he pensado imitarle. La vida de mi padre fue extraordinariamente intensa, participando en una guerra que personalmente podría haber evitado, viviendo momentos inquietantes en la política nacional e internacional y protagonizando aventuras personales muy notables. La mía, como tantas otras de mi generación, ha transcurrido intensa y activa, pero en un entorno pacífico que me ha permitido jugar la partida con muchos comodines. De ningún modo pretendo emular el resultado, sino tan solo imitar la acción.

Y también, de alguna manera, convertir su hipótesis en acción. Porque en el prólogo de su libro NOSOTROS (relatos familiares) al que haré referencia en estas páginas, puede leerse: «Años de actividad plena, seguidos por otros de pasividad activa, que jalonan “el ser y el estar” en el autor de NOSOTROS. Durante ellos crea dilatadísima familia sobre la que se limita a una somera descripción, para no romper hipotéticos trabajos de futuro en todos o cada uno de los que la componen

¿Por qué entonces, pensarán algunos, nos quiere contar su vida si es como la de tantos de nosotros, si no tiene nada de particular como pudiera tenerlo la de un estadista, un artista o un filósofo afamado?

Contestaré. El objetivo prioritario es el de entretenerme, en su doble significado de disfrutar y de utilizar el tiempo que, aunque nunca sobra, tengo en cantidad; y no me refiero tanto al que me queda de vida, que ya no es demasiado, sino al que tengo a mi disposición cada día de los que me quedan. Cuanto menos futuro siento que me queda, más deseo tengo de aprovechar el presente y más disfruto recordando el pasado. De lo que pueda surgir de esto, el primer destinatario para su lectura seré yo mismo. Después quizá mis hijos, mi mujer, mi familia, algún amigo, tal vez puedan conocer, leyendo,  cómo fui, qué hice, qué pasó a mi alrededor en los tiempos en que no me conocieron.

En La Casa de los 20.000 Libros (Sasha Abramsky), de cuya lectura disfruto estos días, hace el protagonista (el abuelo del autor)  una reflexión sobre esto de escribir las memorias: “¿Por qué habría de sentir alguien la necesidad de escribir sobre su propia vida?” Parte de su respuesta era que su vida cubría “un largo periodo de nuestro turbulento siglo de revolución, guerra civil, progromos, dictaduras despiadadas, la segunda guerra mundial…”

Pero, claro, la mía, seguirá pensando alguno, poco tiene que ver con la de Chimen Abramsky, abuelo del autor y protagonista del libro. Y yo sigo con lo mío, avanzando en la lectura de la obra citada:

 “¿Quién tiene derecho a escribir sus recuerdos?”, preguntaba a sus lectores el escritor exiliado. Y respondía: “Todo el mundo. Porque nadie está obligado a leerlos. Para escribir los propios recuerdos no es necesario en absoluto ser un gran hombre, ni un famoso criminal, ni un célebre artista ni un hombre de estado; es suficiente con ser, simplemente, un ser humano, tener algo que contar y no solo desear contarlo, sino tener al menos un poco de habilidad para ello”…

Chimen Abramsky, a pesar de que su vida fueron los libros, pensó que no tenía esa habilidad para contar su interesante vida; por eso fue su nieto quien la contó. Como yo no creo que mi nieto conozca mi vida como Sasha la de su abuelo, y aunque mi vida no tenga mucho de particular, déjenme que se la cuente. Intentaré no aburrirles, de verdad.
Son siete décadas, nada menos, las que he vivido. Y puedo decir que las he disfrutado, que la suerte me ha sonreído; que he vivido unos tiempos cómodos que me han llevado casi en volandas y que mi único mérito, y no vean atisbo de modestia ni de vanidad en esto, ha sido el de tomar las decisiones acertadas en las alternativas que se me han presentado. Les relataré las cosas importantes, en la relatividad de lo que en mi vida lo han sido, y también las anécdotas que dejaron traza en mi recuerdo. Les contaré de mi infancia, de mi juventud, de mi madurez…; de mi vejez no, aún no. De mis juegos, de mis –escasos- escarceos amorosos, de mi trabajo, de mi ocio. De los que me acompañaron en cada una de aquellas etapas, familia y amigos. También de los avatares políticos que en algunos momentos críticos tuvieron impacto en mi trayectoria.

Déjenme que les cuente… Década a década, hasta siete.

 

 

MI ENCUENTRO CON EL SUPERPETROLERO SAMIRAS

19 marzo, 2019 1 comentario

De junio de 2012.

Como todos los años por estas fechas (en esta ocasión algo más tarde), la Capitana y yo nos disponemos a zarpar en un par de días a bordo de Wanawaki. Destino: Sant Carles de la Rápita (Tarragona), al sur del Delta del Ebro. Pasaremos a bordo algo más de un mes y haremos unas 1.100 millas náuticas (2.100 kms).

Y es que en Sant Carles pasa el verano La Dama. Hace tiempo, mucho si contamos los años transcurridos pero muy poco si sólo lo recordamos, la casa de La Dama (mi padre aún vivía) estaba repleta de familia. Más de 30 almas entre hijos y nietos (los biznietos aún no habían llegado) conviviendo en el mismo caserón, viejo y grande. Hoy la Dama, más vieja como lo es el caserón pero mucho más menuda, vive sola con la señora que le cuida. Por eso y porque la adoramos, sus seis hijos vivos (fuimos ocho), sus nueras y yernos, sus 21 nietos y sus 26 biznietos nos buscamos la vida para que esté poco tiempo sola.

Así que el motivo de la travesía es, como el año pasado, visitar a La Dama. Ella es, ya lo habrán adivinado, mi querida madre, ya en sus 94 pero aún feliz. Apenas ve, apenas oye, apenas anda y apenas recuerda nada que no sean viejos recuerdos de juventud, cuando cualquiera de nosotros se los refrescamos para alegrarle la sonrisa, pero es feliz.

Un año para ella es mucho más que un año para nosotros. Así que no sé si este julio me la podré llevar a navegar, como el año pasado cuando tanto disfrutó. Seguro que sí porque, aunque apenas ve, apenas oye y apenas anda, seguro que recuerda las sensaciones que experimentó entonces cuando “mojando la plata” -como dicen los navegantes cuando la escora del barco casi sumerge la tapa de regala del costado de sotavento-, pasaba su mano por la superficie del mar y, en la exageración de su recuerdo, “tocaba los peces”. Así lo cuenta ella.

Zarpamos el 27 de julio, tal vez un poco demasiado tarde. No me gusta navegar en agosto fuera de mi zona porque los puertos están a reventar de ocupación y de precio. Pero no nos fue posible hacerlo antes por razón del involuntario encuentro que tuve con el petrolero SAMIRAS, cuyas consecuencias se terminaron de reparar ayer día 26.

Sucedió a finales de mayo. Era un día tranquilo, con calor para la época, sin apenas viento y con mar plana. Navegábamos la Capitana y yo solos.

La proa apuntaba al Peñón, a Punta Europa. Yo estaba sentado en la bañera y la Capitana tumbada en la cubierta de proa. Amos enfrascados en nuestras respectivas lecturas.

Le pregunto “¿Qué tal vas? ¿Despejada?”; “Sí”, me responde.

Yo también iba bien; y despejado. Al menos eso creía. Corrijo el timón automático para dejar la proa libre de costa y de buques (estábamos como a cinco millas de Punta Europa y de los buques fondeados en su proximidad) y dejo mayor izada, con puntita de motor, y 2-3 nudos de velocidad. Me siento en la bañera a continuar la lectura.

La siguiente noción de conciencia que tenemos es un tremendo ¡CRASH! y un súbito parón del barco.

Nos habíamos empotrado, literalmente, en el costado de babor de un enorme petrolero que estaba fondeado a apenas media milla de Punta Europa. Aterrado yo, me levanto; aterrada ella, se incorpora. No creíamos lo que nos había pasado. Nos hemos quedado dormidos los dos; al menos durante hora y media. El barco había derivado unos grados con el abatimiento y la corriente; los suficientes para que las aguas que eran libres se convirtieran en una masa de hierro de 300 metros de eslora y 20 de francobordo.

Meto motor atrás para separarme. Miro a la cubierta del petrolero y no veo a nadie. Me dijo luego Carmela que dice haber visto a un par de marineros mirando con prismáticos, incrédulos supongo, al estúpido velero que se les echaba encima; debajo, más bien. El caso es que nadie avisó y yo no vi a nadie.

Hago inventario de daños. Afortunadamente nada en el casco; solo sufrieron las estructuras metálicas de proa: el botalón, el púlpito y el soporte de fondeo. Las tres estructuras, consecutivamente, absorbieron el impacto y mantuvieron indemne el casco. Bastante suerte tuve para mi colosal torpeza.

El seguro, muy bien gestionado, se hizo cargo de todo e incluso aproveché la varada, necesaria para la reparación, para limpieza y pintura de casco, que ya le tocaba. Me ahorré más de mil euros con el asunto.

Pero durante meses me quedé con la intriga y el temor de que, en una lectura inversa de la intrigante novela de Justin Scott, El Cazador de Barcos, el petrolero SAMIRAS y su capitán me persiguieran hasta dar con mi barco a pique, de la misma manera en que el marino Peter Hardin logró, tras incontables aventuras, acabar con el petrolero LEVIATHAN, causante del hundimiento de su velero y de la muerte de su esposa.